Esta semana Europa renunció a su humanidad en Italia, cuando taparon el
arte de las estatuas para no molestar a la comitiva iraní. Y renunció a
la moral y a la solidaridad cuando se permitieron muertes fácilmente
evitables en el Egeo. Sólo hizo una cosa bien: defender el vino,
defenderlo ante los ayatolahs. Esas tres cosas (el arte, la solidaridad y
el placer) nos constituyen como seres humanos. Si usted tiene problemas
con los genitales de las estatuas,
hágaselo mirar, vaya al médico, que los hay muy buenos. Si tiene
problemas con el placer y la suave ebriedad del vino en las comidas, en
nombre además de un dios que nadie ha visto, en cuyo nombre usted mata
seres humanos, colgándolos de las grúas, hágaselo mirar, acuda al
psiquiatra, que los hay muy competentes. Y si tiene problemas en salvar a
seres humanos de la guerra, de la humillación y de las aguas tristes
del mar, váyase al espejo y mírese en él, intente descubrir en qué se
ha convertido, y en nombre de qué se ha convertido en eso. Y póngale
remedio rápido, rápido, porque si no estará perdido, muerto, acabado.
definición de la Rae
Desacato. (De desacatar). 1.m. Falta del debido respeto a los superiores. 2.m. Irreverencia para con las cosas sagradas.
La literatura o es desacato o no es nada (creo)
La literatura o es desacato o no es nada (creo)
martes, 2 de febrero de 2016
domingo, 20 de diciembre de 2015
Vendo mi voto
Porque
Después del 15M y su demanda de pureza democrática hemos asistido a la campaña espectáculo más desvergonzada de todas.
No sólo no creo en los líderes, sino que cualquier líder, cualquiera que se postule como tal, que actúe como tal, es el enemigo.
Todo se mueve dentro de los parametros del Sistema (yo también). En esta campaña nadie ha hablado de decrecimiento, ni de superar el capitalismo, ni del futuro terrible que se avecina de seguir así.
Parece ser que en un sistema donde todo es mercancía, absolutamente todo, yo no puedo vender mi voto, sino tan solo esperar a que otros lo vendan por mí más tarde. Sólo puede esperar a ser vendido en alguna inconfesable transacción de la que ni siquiera tendré noticia cierta.
Ahora, si nadie me lo compra, si nadie lo quiere (el precio es negociable, puedo hacer rebajas) quizá me acerque al colegio electoral y lo arroje gratis a la urna, igual que esos campesinos que derraman la leche que otros les compraron por debajo del precio de producción.
miércoles, 11 de noviembre de 2015
"Mi
patria es el monte" dijo Zalacaín. Por eso nos gusta Baroja, porque
alentó ciertos sueños juveniles. Discrepo, sin embargo, en que esté más
vivo que Machado, por ejemplo. Si la juventud es devota del Baroja
aventurero, la madurez se detiene con Machado frente a los Olmos secos. Y
admira su resistencia civil frene al fascismo y su muerte en el exilio.
Baroja pudo elegir entre el exilio heroico, y desolado, o volver a
España (sus paseos por El Retiro, su caserón de Itzea) y eligió esto
último pese que a cambio tuviese que vender su alma al diablo. Su
juramento en Salamanca, su aquiescencia frente al fascismo, también
contrasta fuertemente con el último acto de Unamuno: "venceréis pero no
convenceréis". Un bel morir tutta una vita honora. O quizá no.
Disyuntiva esta muy barojiana, muy humana.
De
su generación, Pío Baroja es el escritor que sin lugar a dudas sigue de
verdad vivo. Pero ¿por qué lo seguimos leyendo? Miguel Sánchez-Ostiz
explica sus razones, y quizá las nuestras, ahora que ve la luz «Los
caprichos de la…
abc.es
sábado, 8 de agosto de 2015
Hayedo
Las repoblaciones con pinos son franquistas, rectilíneas, geométricas, de la época del ICONA. Esos pinos quizá no tengan la culpa, ni por supuesto la más remota idea de que forman parte de un ejército de ocupación, pero en muchos montes de la península fueron desplegados como una auténtica infantería invasora que ahogó a la arboleda vernácula y desfiguró el paisaje con su geometría militar. Así en el hayedo de Tejera Negra, en la Sierra de Ayllón, en la frontera entre Segovia y Guadalajara. Que un hayedo habite tales latitudes ya es un milagro; que regrese tras haber sido talado a mata rasa en los años 60, es pura cienciaficción; que lo haga, además, abriéndose paso en la espesura de un pinar beligerante es una hazaña digna de ser cantada por Homero. Pero aquí están, las hayas del sur, luchando contra la sequía estival, la avaricia humana y la competencia involuntaria de los pinos. Emociona verlas con esa decisión intachable, dispuestas a vivir a toda costa, embelleciendo el mundo con sus ocres otoñales y el olor rugoso de sus hojas muertas. |
miércoles, 5 de agosto de 2015
Que
hay una conexión con el animal es una obviedad. Lo que pasa que va tan
rápido que suele matarlo. A mí me gusta una conexión bastante más lenta.
Se llama caricia. Puedo disparar cientos de caricias en una hora. A los
perros les encanta. A los gatos les da igual.
La norteamericana Sabrina Corgatelli participó en un programa de NBC para defender la caza Hay una conexión con el animal
internacional.elpais.com|De Ediciones El País
La piedra asimétrica
Empieza Agosto y las asimetrías nos despellejan. Los aeropuertos se
llenan de viajeros a punto de embarcar. El sur espera con los brazos
abiertos y las venas abiertas. Allí, sin embargo, no hay inspecciones
técnicas para aeroplanos, sino carpinteros de rivera calafateando
pateras y cayucos con estopa. En un caso todo serán facilidades en el
tránsito, no más molestas que satisfacer tasas, pagar visados o ponerse
alguna que otra vacuna contra enfermedades
raras. En el otro, se inicia una aventura de final incierto y diversas
certezas: se pasarán penurias, nadie tendrá tregua y la conquista de la
dignidad se comprará con sangre.
Las asimetrías son largas: kilómetros de vallas o leguas marítimas; y oscuras, centros de retención y celdas abarrotadas. No hay hoteles ni sábanas blancas a este lado del estrecho. Quizá sí, si se tienen los papeles apropiados, pero esto es más difícil que una lluvia de whisky. En los CIEs, cárceles para inmigrantes, se puede penar durante años delitos no juzgados o ni siquiera existentes. Los viajeros en el sur vivirán aventuras prefabricadas, salvo que el ISIS ande cerca. Cuando los problemas son severos, no se cambia de táctica, sino de destino. Así el Rally París-Dakar, que conserva su nombre pese a que ahora pisotea desiertos americanos.
Los gobiernos de Europa han decidido reforzar esta situación, y la masiva respuesta de sus ciudadanos ha sido acudir en tropel a las agencias de viajes para sacar su vuelo veraniego. Necesitamos olvidarnos de los problemas en las vacaciones de verano. Narcóticos, chutes, drogas duras.
Pero dicen que India pronto tendrá más habitantes que China, y que el cambio climático acelerará los flujos migratorios, las guerras, el hambre y la barbarie. No he visto a ningún partido político, emergente o viejo, que ni de lejos plantee un discurso serio sobre estos asuntos turbios. Nadie lo menciona. Nadie menciona el mundo donde vivimos. Nadie menciona nuestra parte oscura. Dicen también que el ordenador con el que escribo estas líneas utiliza materiales manchados de sangre de coltán africano. Y este hecho es otra asimetría más y un símbolo que hiere. Es mejor irse de vacaciones, sí. Me tiro yo la primera piedra. Esa, para mí. Pero en vez de autolapidarnos con ella, empecemos a construir un mundo más justo antes de que este se nos caiga definitivamente encima.
Las asimetrías son largas: kilómetros de vallas o leguas marítimas; y oscuras, centros de retención y celdas abarrotadas. No hay hoteles ni sábanas blancas a este lado del estrecho. Quizá sí, si se tienen los papeles apropiados, pero esto es más difícil que una lluvia de whisky. En los CIEs, cárceles para inmigrantes, se puede penar durante años delitos no juzgados o ni siquiera existentes. Los viajeros en el sur vivirán aventuras prefabricadas, salvo que el ISIS ande cerca. Cuando los problemas son severos, no se cambia de táctica, sino de destino. Así el Rally París-Dakar, que conserva su nombre pese a que ahora pisotea desiertos americanos.
Los gobiernos de Europa han decidido reforzar esta situación, y la masiva respuesta de sus ciudadanos ha sido acudir en tropel a las agencias de viajes para sacar su vuelo veraniego. Necesitamos olvidarnos de los problemas en las vacaciones de verano. Narcóticos, chutes, drogas duras.
Pero dicen que India pronto tendrá más habitantes que China, y que el cambio climático acelerará los flujos migratorios, las guerras, el hambre y la barbarie. No he visto a ningún partido político, emergente o viejo, que ni de lejos plantee un discurso serio sobre estos asuntos turbios. Nadie lo menciona. Nadie menciona el mundo donde vivimos. Nadie menciona nuestra parte oscura. Dicen también que el ordenador con el que escribo estas líneas utiliza materiales manchados de sangre de coltán africano. Y este hecho es otra asimetría más y un símbolo que hiere. Es mejor irse de vacaciones, sí. Me tiro yo la primera piedra. Esa, para mí. Pero en vez de autolapidarnos con ella, empecemos a construir un mundo más justo antes de que este se nos caiga definitivamente encima.
viernes, 8 de mayo de 2015
La última novela de Rafael Reig
La última novela de Rafael Reig (Un árbol caído, Tusquets, 2015) nos vendría a decir que la
escritura de novelas es una especie de fraude que intenta imponer sentido donde
no lo hay, es decir, en la vida. Pero dejándonos llevar por esa misma premisa
de desconfianza hacia la ficción, cabría cuestionarla legítimamente puesto que
aparece en una novela y las novelas, según Reig, no son fiables. Estaríamos
entonces ante esa aporía que acosa siempre a los mentirosos. Si un mentiroso
afirma lo siguiente: “lo que dicen los mentirosos es mentira”, ¿estaríamos ante
la declaración de una mentira o de una verdad? Yo, por mi parte, prefiero desconfiar sólo de las ficciones que
pretenden construir sentidos tranquilizadores, de las ficciones halagadoras, de
las ficciones benignas e invulnerables, esas que nos ponen en paz con nosotros
mismos y con el mundo. Es el tipo de
ficciones que acaba escribiendo, precisamente, uno de los personajes de
la novela, un tal Pablo Poveda, rutilante ganador del premio Planeta. Esas
ficciones ofrecen un sentido falso y su función no es distinta a la de un
partido de fútbol. En ellas, si tu equipo marca un gol, todo cobra sentido. Y esas
ficciones son tan tramposas que tu equipo marca siempre el gol de la victoria. Es decir: pura morfina. Pero no es
el caso de la novela que nos ocupa hoy, como no lo es nunca en las mejoras
ficciones que hemos leído a lo largo de nuestra vida, donde el único sentido
que se desprende es la falta de sentido o, en todo caso, la lucha inútil de los
personajes por construirse uno. Tan es así, que la mejor frase de una novela
llena de frases memorables es aquella en la que Tony, cuestionando la famosa afirmación
de Camus acerca del suicidio como el gran problema de la filosofía, acerca de
si la vida merece la pena de ser vivida o no, construye su propia interrogante
y declara que lo importante es lo siguiente: “¿cómo voy a vivir para que
merezca la pena haber vivido?”. Algo que
nos recuerda este otro aforismo que se escucha a veces por los bares en boca de
filósofos anónimos y probablemente borrachos: “el problema no es si hay vida
después de la muerte, sino si hay vida antes de la muerte”. Y lo que esta novela nos dice, entre otros
muchas cosas, es que no siempre hay vida antes de la muerte, que la renuncia a
los propios sueños es una forma de muerte, que la renuncia a crear un mundo más
justo es una forma de muerte, que el desprecio a los diferentes y raros es una
forma de muerte, que estar siempre pendientes de la foto fija de nuestro ego es
una forma de muerte y, finalmente, que
escribir novelas para intentar ganar el premio planeta es una forma de muerte absoluta;
y que todo ello, por supuesto, carece por completo de sentido. De ahí que el
único personaje de toda la novela que de verdad vive para que la vida merezca
la pena sea precisamente aquel que la sociedad ha decidido excluir por su
aparente anormalidad, por su aparente falta de sentido, es decir, Lou, es
decir, la chica con síndrome de Down. Lo cual nos lleva de nuevo a la paradoja
del principio: expresar la falta de sentido es el sentido mismo de las mejores ficciones
y quizá, también, de las mejores vidas, porque lo demás suele ser un absoluto
fraude y un intento de consuelo destinado probablemente al fracaso.
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