definición de la Rae

Desacato. (De desacatar). 1.m. Falta del debido respeto a los superiores. 2.m. Irreverencia para con las cosas sagradas.
La literatura o es desacato o no es nada (creo)

domingo, 23 de marzo de 2014

Flexibilidad neuronal

Hay sentencias que hielan la sangre como una jauría de perros asilvestrados, tan puestas en razón como gruñidos. Sin ir muy lejos, la que se comenta en la noticia enlazada. En ella buscar y conseguir trabajo, aprender idiomas, son argumentos para negar a una madre la custodia de su hija. El padre acusa a su exmujer de politizar la sentencia, de remarcar el tema del catalán como concluyente en el fallo y de ese modo llamar la atención mediática y victimizarse. Pero no es la madre quien politiza la sentencia, sino la jueza. Considerar la lengua como un "escollo" es algo que dice la jueza. La realidad es otra: la niña se maneja bastante bien en la nueva lengua de allá, lo que demuestra inequívocamente que su cerebro es más flexible que el de muchos magistrados. Sí, en este país hay gente con prejuicios en vez de conexiones neuronales, personas que ven en la realidad plurilingüe del estado un escollo en vez de una riqueza. El bilingüismo recién adquirido de la pequeña debería ser un factor a favor de la madre, no en su contra. La niña no sólo hablará una lengua que se utiliza en un 25% del territorio español, sino que através de ella tendrá mejor acceso a otras lenguas como el francés y el italiano. ¿Son estas lenguas un escollo? ¿Lo son el inglés o el alemán o el chino? ¿Debería prohibirse su enseñanaza, eliminarla de los programas educativos? No, aprender idiomas es bueno, muy bueno. Salvo que se se trate de una pugna política, esa que nos ocupa, en cuyo caso es un escollo de terribles consecuencias para los incautos infantes. Siempre he pensado que en todos los colegios del estado debería ser obligatoria el aprendizaje de alguna otra de sus lenguas, asumir ese bilingüismo como una bendición. Si los nacionalistas españoles amasen a su país, estarían de acuerdo conmigo. Dirían que sí: si Cataluña es España, la lengua catalana es tan española como el castellano. Dirían eso. Pero ellos no aman este país (o lo que sea) tal como es, en su realidad compleja y ardua. Ellos aman una idea excluyente y al mismo tiempo inmadura.
/sociedad.elpais.com/sociedad/2014/03/21/actualidad/1395416007_957839.html

sábado, 22 de marzo de 2014

Un cuento

Erase una vez un país muy bonito, que lindaba con muchos mares y montañas, obsequiado por dios con reyes buenos, grandes deportistas y cocineros experimentales. En él reinaban la armonía y la felicidad, de tal modo que cuando no ganaban un mundial de esto o aquello, inventanban ruidosas fiestas campechanas amenizadas con orquestas y paellas gigantes. Todo transcurría siempre así, con esa somnolienta pereza característica de los paraisos hereditarios.
Pero un día la tristeza llegó hasta sus corazones, pues está escrito que no hay dicha que 100 años dure, ni siquiera como consecuencia de una inmensa transición sabia y ejemplar. Así que un día, el buen pueblo se levantó para continuar con sus labores, como todos los días, y entonces se dio cuenta de que los cuentos felices son una burda propaganda de los malos; y que, efectivamente, habían vivido por encima de sus posibilidades, pero no porque hubieran gastado mucho (eso, en general, sólo lo hicieron sus reyes, sus politicos y sus banqueros) sino porque había creído mucho, porque se habían tragado todas las trolas que aquéllos les colaban mientras se llevaban el dinero público a los paraísos realmente existentes, los paraísos fiscales.
Entonces empezaron a pensar que, a lo mejor, habían creido tanto porque les convenía, y que había que empezar a descreer por sistema, aunque eso a veces no les conviniese, o fuese arduo, o triste, al principio.
(Continuará)

viernes, 14 de marzo de 2014

Novelas oculistas



Hay al menos dos tipos de novelistas. Están los que han encontrado una fórmula de éxito que explotan sin piedad y sin pausa, autoplagiándose continuamente. Luego están aquellos otros que en cada novela intentan algo distinto. Este es el caso de Reig en Lo que no está escrito (Tusquets 2012), novela que abandona territorios familiares y exitosos de libros anteriores (el Madrid inundado, el detective Carlos Clot, la mezcla de novela negra y ciencia ficción) para adentrarse en otros inseguros, siguiendo ese viejo axioma que apunta a la necesidad de buscar nuevas formas narrativas para expresar contenidos nuevos. Esa parece haber sido la decisión de Reig a la hora de abordar esta novela de tacto áspero, desprovista de las satisfacciones inmediatas que su peculiar sentido del humor otorgaba a las anteriores; sin personajes a los que agarrarse, puesto que en esta no hay ninguno que sea atractivo, ni positivo. Tampoco es una novela que  se entregue con la misma facilidad. Más bien es necesario tantearla poco a poco con destornillador y alicates, y de esa modo calibrar su valía, sopesar sus posibilidades de interpretación, que son muchas. Y sí, probablemente, estos son los dos asuntos claves de la novela: su meticulosa construcción y el tema de la interpretación como eje fundamental.
En primer lugar tenemos no una novela, sino dos. Una novela dentro de la otra, pero íntimamente ligadas, de tal modo que la lectura paranoica de la 2ª novela por parte de un personaje de la 1ª es lo que determina la forma que tenemos de leer el conjunto, lo que desata en éste un mecanismo de thriller. La interpretación aberrante que este personaje hace del libro que tiene entre las manos no sólo es el recurso narrativo fundamental del texto, sino también su clave temática, ya que todo lo que les ocurre a los personajes se debe a problemas de interpretación. Sí, se interpretan mal, se leen mal, constantemente ven en los otros lo que no está escrito, tomando sus vidas uno u otro cariz por la incapacidad de interpretar y comprender con precisión. El problema, seguro, es la incapacidad de interpretar objetivamente, obviando las urgencias del yo, quien tiende a proyectar sobre los otros sus miedos, deseos, expectativas, prejuicios, rencores, etc. Y es que la interpretación, frente a lo que sostenía Susan Sontag en su celebérrimo panfleto formalista (Against interpretation, 1966)) conforma de manera decisiva nuestras vidas.
Quien lee se arriesga mucho, se arriesga a ser cambiado por aquello que lee, a perder identidad, a convertirse en alguien distinto. La historia de la literatura está llena de personajes de ese cariz, los más célebres, sin duda, Don Quijote y Emma Bovary. Pero también la realidad está llena de personajes de esa naturaleza. Y hasta nuestras civilizaciones se han conformado sobre la lectura de libros, libros mitológicos, religiosos, a los que los creyentes consideran sagrados, en cuyos renglones, afirman, se encuentran la palabra de dios y la verdad. Y están también los textos filosóficos y jurídicos, que determinan de igual manera nuestra forma de ver y de estar el mundo. Y, por último, están los textos literarios. Uno no sale indemne después de leer una gran obra literaria. Uno es influenciado por la lectura y a partir de ahí ve el mundo con ojos nuevos. Y todo esto no es sino interpretación (a veces leemos lo que no está escrito, y otras, sin embargo, interpretamos las cosas al pie de la letra, como esas comunidades protestantes que interpretan la Biblia literalmente, y viven sus vidas y conforman su mundo de acuerdo a esa lectura excesiva). Nos pasamos la vida interpretando, mirando las cosas e interpretándolas. Pero los libros cambian nuestra forma de mirar. Decía Proust que el verdadero escritor es como un oculista, y que al concluir un tratamiento, que puede ser doloroso, a veces, le dice al paciente: ahora mire, y el paciente ve repentinamente con claridad.
La cuestión es si nuestros ojos están enfermos, tanto que nos impidan ver el mundo objetivamente. Si están tan enfermos que no nos dejen ver lo que está “ahí”, sino lo que nuestra “enfermedad” nos incita a entrever. Esto es lo que creo que les pasa a los personajes de esta novela. Están enfermos, sobre todo, de una dolencia que se cura precisamente leyendo, leyendo con generosidad: la enfermedad del yo, del egocentrismo, del egoísmo, de la obsesión del yo. El que lee ha de hacerlo con la condición de estar dispuesto a ser cambiado por aquello que lee, a modificar su mirada,  a sanar sus ojos. Leer ficciones es ejercitarse en la empatía y, por tanto, aprender a mirar a través de otros ojos, desde otros lugares, con otras perspectivas. Einstein decía que la mente que se abre a una nueva idea nunca volverá a su tamaño original. Es decir, se habrá ensanchado, habrá crecido. Lo mismo pasa con la mirada, con la lectura. Los ojos que de repente ven bien, no quieren volver a ser miopes. La persona que ensancha su mundo gracias a otros ojos, no querrá volver a la estrechez de su perspectiva. Leer, pese a que parece una actividad solitaria, ensimismada, es en realidad un constante esfuerzo colectivo por interpretar las cosas correctamente.
Todo escritor aspira a escribir lo que no está escrito, lo que no ha sido contado antes, lo que  nadie había visto antes, lo que a lo mejor había pasado desapercibido. A mí esta novela de Rafael Reig me ha hecho comprender que la interpretación de la realidad, y de los textos literarios, y de otros textos, es uno de los actos decisivos de nuestras vidas. Y que, por tanto, tenemos que poner en él el máximo cuidado, el máximo respeto y la máxima generosidad. Y que sólo así podremos conocer lo que nos pasa, a nosotros y a otros, conocer lo que pasa a nuestro alrededor. Y de ese modo actuar. Y puedo decir que, después de leer esta novela, me ha pasado lo que a Proust con su oculista: que veo mejor, y que sé que las novelas definitivamente imprescindibles son las novelas oculistas.      
    

martes, 4 de marzo de 2014

Ucrania

75 años después, Kiev amanece con pintadas antisemitas en sus muros. No sabemos quién, sospechamos quién, pero desde Europa alguien ha sido excesivamente complaciente con los grupos neonazis que han aprovechado el descontento popular para izar de nuevo la svástica en Ucrania, la tierra donde empezaron a actuar los Einsatzengruppen, de infame recuerdo. Al mismo tiempo, mientras se rehúye esa complicidad con la vertiente más siniestra de la revuelta, el putsch o lo que sea, Obama amenaza a Rusia con sanciones por violar la legalidad internacional, él que, en efecto, nadie tiene que ver con los drones asesinos, los guantánamos asesinos y otras menudencias sin importancia, cosas todas ellas que al parecer no violan legalidad internacional alguna. Por el otro lado, Rusia se ha apresurado a invadir de facto la península de Crimea, alegando peligro para los rusos étnicos que allí viven, como si las tropas rusas acantonadas en Sebastopol no fueran suficiente disuasión ante cualquier tentación de progromo. El gobierno oficioso de Kiev, por su parte, que alberga en sus filas a varios ministros filonazis, no se corta un pelo y prohíbe el uso de la lengua rusa y de paso también de otras como la húngara y la rumana, minorías todas ellas que se tienen que sentir ahora más seguras, reconfortadas y prestas a entablar diálogo con las nuevas autoridades. Europa, que siempre vela, como todos sabemos, de forma escrupulosa, por las formalidades democráticas, enviando observadores a todos los rincones del orbe para certificar purezas electorales, se apresuró a reconocer a un gobierno no electo, surgido de la confusa revuelta, cosa que al parecer sí es una muestra de acatamiento de la legalidad internacional. Aquí, cada uno va a lo suyo, y cultiva sus obsesiones con esmero. Así pudimos ver al ministro español de exteriores especialmente preocupado por la preservación de la unidad territorial de Ucrania, no vaya eso a servir de ejemplo a los revoltosos catalanes y vascos, quienes pudieran sentirse tentados de pedir tanques rusos en apoyo de sus obsesiones. Por último, observadores internacionales hay (o lo que sean) que sostienen que esta partida de ajedrez tiene más largo alcance y busca finalmente la desestabilización de Rusia, su desmembramiento en varias entidades manejables, puesto que Rusia no deja de ser un rico imperio en materias primas y tierras ajeno a la globalización capitalista dirigida desde Washington. ¿Y China? ¿Qué dice China de todo esto? Sabemos lo que decía Isaac Babel de su tierra de nacimiento, Odessa. Hablaba de lo fácil que es matar a los débiles, de lo fácil que fue matar a su abuelo en el progromo de 1905, de cómo todo eso al final no importa nada, de que la historia sigue y seguirá su curso de animal insuficiente y desollado.