definición de la Rae

Desacato. (De desacatar). 1.m. Falta del debido respeto a los superiores. 2.m. Irreverencia para con las cosas sagradas.
La literatura o es desacato o no es nada (creo)

domingo, 12 de enero de 2014

Siglo XIX


Por insuficiencia o avería de las tecnologías (cámaras rotas, teléfonos reviejos) salimos a cuerpo por caminos de escarcha. No llevamos con nosotros ningún instrumento de reproducción de imágenes, salvo las palabras. Así empieza esta crónica. Al pie de Ayllón, en Segovia, se alza un robledal inmenso. Es roble melojo, de poco porte, incapaz de desprenderse de sus hojas naranjas, quebradizas, que le acompañarán durante todo el invierno. Luego la llanura se reseca, y la marga se aclara. Sobre ella crecen orgullosas las sabinas, algunas milenarias, con olor a sándalo. Hay también quejigos pequeños y encinas distinguidas. Sobre un cerro, rodeado de ríos, está Maderuelo, un pueblo medieval, asombroso, con murallas de sillares, arcos, portones, iglesias, pequeñas plazas y una catapulta orientada inútilmente hacia los buitres. Sí, está lleno, más que en ningún sitio en Europa, dicen. Al día siguiente recorremos las hoces del Riaza, en cuyos farallones de 150 metros se refugian las aves carroñeras. Si miras a los riscos, parece un aeropuerto en plena actividad, con decenas de aeronaves entrando y saliendo de los nidos, construidos en cuevas y resaltes. La caliza aquí es dorada, por eso muchas casas son doradas. Por eso es todo tan bonito. Desde la parte más alta de los cortados, vemos sierras nevadas. Ayllón, sí, y también el Urbión, el Moncayo y el Guadarrama. Si miras al macizo más cercano, Ayllón, ya no necesitas ir a Wyoming, a las Rocosas, eso que te ahorras. De vuelta al pueblo, una mastina nos adopta, nos lleva a todas partes, nos muestra orgullosa a las pocas personas que viven por aquí. En el único bar abierto, hay un anciano con la cara surcada de arrugas profundísimas, un extraño gorro verde, pantalones de obrero y las típicas zapatillas de andar por casa, unas pantuflas a cuadros, como las de mi abuelo. Nos dice que la perra se llama Zarza y es la mascota municipal, muy buena persona. Sólo teme que la pille un coche, algún dominguero o así. Sólo eso. Me parece un tipo fascinante, un conversador extraordinario. ¿Cómo será su vida?
Al día siguiente pretendemos subir el pico del Lobo, la mayor altura de Ayllón. Es un gusto volver a calzarse los crampones, oír como cruje la nieve bajo ellos. Primero subimos por un bosque umbrío, pero al salir a la cuerda la nieve deslumbra. No me he traído las gafas de nieve, olvidadas en algún cajón. Mejor darse la vuelta que perder los ojos. Esto sólo significa que hay volver pronto, muy pronto, a estos lugares de frío siberiano y perros hospitalarios.

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