definición de la Rae

Desacato. (De desacatar). 1.m. Falta del debido respeto a los superiores. 2.m. Irreverencia para con las cosas sagradas.
La literatura o es desacato o no es nada (creo)

domingo, 25 de mayo de 2014

Crónica de la ultraderrota

El atleti no podía perder de una manera normal, no podía perder con modestia y disimulo, como suele hacerse en este mundo que glorifica a los ganadores, No, el Atleti tenía que perder a lo grande, cagándola a lo grande, protagonizando en la prórroga la mayor pájara que se recuerda en la historia del fútbol. El Atleti no podía dejar de ser el Atleti.
Todo comenzó con la sombra de la permanente de la reina sobre el césped, imborrable incluso para los potentes focos del Estadio da Luz. Los portugueses, ya de por si melancólicos y saudosos, no olvidarán fácilmente la cara de amargada que tenía la reina de España. Eso debió afectar al Madrid, que en el primer tiempo parecía un combo de fadistas borrachos: no daban una. Así Casillas, que en el gol se quedó sumido en la perplejidad más absoluta, cuando todo el mundo sabe que un portero, si abandona sus palos, no se puede poner hamletiano y pensar para sus adentros aquello de "salir o no salir, that is the question". Iker se puso hamletiano y tuvo que sacar la pesada pelota de su portería. Mediada la segunda parte, Ancelotti se dio cuenta de que Xabi Alonso no jugaba y puso sobre el césped a dos creativos. Xabi Alonso veía el partido desde la grada, y a punto estuvo de derribar el estadio con sus golpes de rólex. Este chico, antes de venir al Madrid, parecía modesto e incluso moderno. Cuando llegan al club blanco se les pone cara de imperiales y les atrapa el lado oscuro. Con Marcelo e Isco sobre el campo, el Atleti empezó a escribir una de sus páginas más gloriosas. Atrapado por sus demonios familiares, recordó aquella infausta noche de 1974 contra el Bayer de Munich (llovía sí, mucho) en que le empataron en el último minuto, y decidió emular a los grandes perdedores de su historia. En aquella ocasión el jugador que les marcó fue un tal Scharzenbeck. El comentarista de TVE comentó que ese nombre era impronunciable. No, no lo es, y si te dedicas a ser comentarista de fútbol y ganas una pasta por ello, lo menos que puedes hacer es aprender a pronunciarlo. Miles de jóvenes españoles están aprendiendo alemán y no tienen trabajo. Que sustituyan al mismo tipo que dijo que el palco lo presidía el primer ministro portugués. Era el presidente de la república. A lo largo de mi vida he comprobado que para ser comentarista deportivo es necesario acreditar nivel alto de estupidez y absoluto de incompetencia.
Cuando llegó el gol del Madrid tuvimos ocasión de ver una imagen dantesca. Florentino Pérez saltó de su asiento y corrió a darle la mano al héroe de las Azores ( ese sí, de nombre impronunciable, pero por distintas razones). Luego llegó la prórroga y la gran pájara del Atleti. Daban pena. No podían correr, no podían moverse. Cualquiera hubiera podido marcarles un gol. Nunca se vio a un equipo más desvalido. Ronaldo marcó el 4º de penalti y aterrorizó al mundo mostrando sus abdominales. Ganó el imperio.
Creo que me divierto más con un sólo derechazo de Djokovic, o un triple de Sergio Rodríguez, que con toda una final de la Champions. Desde que Zidane se retiró y el Barça de Guardiola pasó a la Historia, el fútbol vuelve a ser el rollo insufrible de siempre. Salvo que juegue el Atleti y ponga en juego los elementos más delicados del alma humana. Qué manera de ganar, sí, y qué manera de vivir, y qué manera de palmar. Sofoclés hermanado con Valle-Inclán en un patio de escuela.

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