Un amigo cruza la penísula de lado a lado. Lo hace para comprar un viejo
furgón con 300.000 kilómetros a cuestas. Piensa instalar en él un
puesto de comida ambulante. Utilizará sus herramientas para adecuar el
cacharro. Cortará, pulirá, fresará, soldará, pintará. Seguirá buscando
gangas con las que equipar su inventó. Piensa ganarse así la vida,
viajando por playas y fiestas, vendiendo bocadillos y cerveza. Sonríe.
Nos damos la mano y le despido. Le veo alejarse en el viejo furgón bajo
la lluvia. Esto es la épica.
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