75 años después, Kiev amanece con pintadas antisemitas en sus muros. No
sabemos quién, sospechamos quién, pero desde Europa alguien ha sido
excesivamente complaciente con los grupos neonazis que han aprovechado
el descontento popular para izar de nuevo la svástica en Ucrania, la
tierra donde empezaron a actuar los Einsatzengruppen, de infame
recuerdo. Al mismo tiempo, mientras se rehúye esa complicidad con la
vertiente más siniestra de la revuelta, el putsch o lo que sea, Obama
amenaza a Rusia con sanciones por violar la legalidad internacional, él
que, en efecto, nadie tiene que ver con los drones asesinos, los
guantánamos asesinos y otras menudencias sin importancia, cosas todas
ellas que al parecer no violan legalidad internacional alguna. Por el
otro lado, Rusia se ha apresurado a invadir de facto la península de
Crimea, alegando peligro para los rusos étnicos que allí viven, como si
las tropas rusas acantonadas en Sebastopol no fueran suficiente
disuasión ante cualquier tentación de progromo. El gobierno oficioso de
Kiev, por su parte, que alberga en sus filas a varios ministros
filonazis, no se corta un pelo y prohíbe el uso de la lengua rusa y de
paso también de otras como la húngara y la rumana, minorías todas ellas
que se tienen que sentir ahora más seguras, reconfortadas y prestas a
entablar diálogo con las nuevas autoridades. Europa, que siempre vela,
como todos sabemos, de forma escrupulosa, por las formalidades
democráticas, enviando observadores a todos los rincones del orbe para
certificar purezas electorales, se apresuró a reconocer a un gobierno no
electo, surgido de la confusa revuelta, cosa que al parecer sí es una
muestra de acatamiento de la legalidad internacional. Aquí, cada uno va a
lo suyo, y cultiva sus obsesiones con esmero. Así pudimos ver al
ministro español de exteriores especialmente preocupado por la
preservación de la unidad territorial de Ucrania, no vaya eso a servir
de ejemplo a los revoltosos catalanes y vascos, quienes pudieran
sentirse tentados de pedir tanques rusos en apoyo de sus obsesiones. Por
último, observadores internacionales hay (o lo que sean) que sostienen
que esta partida de ajedrez tiene más largo alcance y busca finalmente
la desestabilización de Rusia, su desmembramiento en varias entidades
manejables, puesto que Rusia no deja de ser un rico imperio en materias
primas y tierras ajeno a la globalización capitalista dirigida desde
Washington. ¿Y China? ¿Qué dice China de todo esto? Sabemos lo que decía
Isaac Babel de su tierra de nacimiento, Odessa. Hablaba de lo fácil que
es matar a los débiles, de lo fácil que fue matar a su abuelo en el
progromo de 1905, de cómo todo eso al final no importa nada, de que la
historia sigue y seguirá su curso de animal insuficiente y desollado.
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