definición de la Rae

Desacato. (De desacatar). 1.m. Falta del debido respeto a los superiores. 2.m. Irreverencia para con las cosas sagradas.
La literatura o es desacato o no es nada (creo)

sábado, 11 de abril de 2015

Cervunal

Todos volvían de su Semana Santa recreativa y yo salía hacia el Gredos más alto, hacia el Cervunal. Al llegar al Valle del Tormes ya no había nadie, salvo los de siempre, ganaderos y hortelanos y algún mastín despistado que hacía como que cuidaba de un rebaño. También vi lo que sólo queda en estos pueblos detenidos: un anciano con su boina y su burro cabizbajo, resignados ambos a trabajos inauditos y a ser la estampa de un mundo perdido.
Remontar los inmensos valles de Gredos y sus cordales rocosos, llenos de retama. Alcanzar un valle alto que fue en su día sede de un glaciar. Tomar posesión de un pequeño refugio donde pasar la noche y que alguien bueno se ocupó de proveer de leña, velas y cerillas. En Gredos hay muchas de estas cabañas menudas, circulares como las antiguas pallozas celtas de las que guardan memoria. Cae la noche y me leo en el ebook un relato de miedo. Mala idea. Ahora cualquier ruido es el avance de un fantasma. Duermo mal, sí. Amanezco entre una espesa niebla. Todo muy céltico, pero así no se puede subir a la cumbre llena de nieve. La niebla y la nieve son una mezcla letal, un puré de patatas en la que te pierdes al menor despiste. Pero quiero imaginar que quizá un poco más arriba luzca el sol. Avanzo hacia arriba con esa esperanza, la de atravesar las nubes. Y, en efecto, de repente aparece un universo diferente: el sol destella sobre la nieve y perfila nítidamente las líneas de la montaña.
Hay que subir deprisa porque la niebla también trepa, viene detrás. Nunca he echado una carrera contra agua condensada. Mola, pero es cansado, y produce cierta angustia. En la cumbre veo esto: al norte un mar de nubes precioso y amenazante. Al sur el macizo central de Gredos, del que ahora formo parte. El Cervunal es el extremo norte del cordal más elevado de todo el Sistema Central, el nervio de granito cuyo centro es la Galana y que va detenerse en el Almazor. Abajo está la laguna cimera, helada. Mucho viento y la niebla que sube. Así que me largo, no sin antes haber tenido la experiencia mística del día: un águila refrenado por el viento planea apenas a 6 metros por encima de mi.
Cuatro horas después estoy tomando cerveza en Hoyos del Espino, viendo la montaña que acabo de subir justo encima de la espuma prometida. Este es el final ideal de cualquier montaña: la cerveza y la luz.


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